OPINION: El minibásquet, "aprendemos a jugar tarde"

La columna de Daniel Dorfman.- Argumentos para entender porque los chicos padecen cuestiones cotidianas que a la larga, generan controversias.
Corría el año 1998, tenía 25 años, vivía sólo, cursaba carrera terciaria y estaba en busca de independencia económica. Jugaba al básquet en forma amateur. Lo hacía en un Club con mucha tradición en la ciudad de Santa Fe y compartía el tiempo con el estudio y algunas incursiones periodísticas.
En aquel entonces no había tantos clubes y categorías, como en la actualidad, que pagaran a sus jugadores. Los buenos ganaban dinero con el Básquet y yo no lo era tanto. No estaba en ese nivel. Planteada la necesidad de abandonar la actividad para buscar trabajo o tiempo de estudio, mi entrenador de aquel entonces se reúne con los dirigentes y me ofrecen ser Entrenador del Minibasquet del Club. Sospechaba que iba a ser bueno en el trabajo con los chicos pero nunca me lo había/n planteado como opción.
Encima debía reemplazar a unos de esos maestros y referentes del Minibasquet nacional: el querido y recordado César Obregón. Recuerdo haber leído y devorado todo el material que me iban alcanzando (internet no estaba ni en pañales) desde el momento que me ofrecieron el cargo hasta la toma formal del mismo.
El problema empezó cuando las cruces de los ejercicios eran chicos, con intereses, aspiraciones y motivaciones bien diferentes entre ellos, y que las flechas, recorridos o juegos adquirían una dinámica de practicidad que la teoría no explica. Soy uno de los tantos casos donde el adulto responsable de la clase estaba puesto por una necesidad vinculada al equipo de Primera más que a la proyección del futuro basquetbolista, del minibasquetbolista que inicia el camino hacia la Primera División.
Desde entonces a la actualidad, este panorama no ha variado demasiado. Los clubes siguen pensando en cubrir el área (su minibasquet) con alguien (en tanto cualquiera no seleccionado), jugador de primera, profe de Educación Física o entrenador sin espacios más arriba, más que en pensar el futuro deportivo en tanto política deportiva institucional a partir de alguien que lo guíe, moldee e inicie. Todos queremos que el Mini sea fundamentalmente masivo (más socios), inclusivo (más socios) y si los niños aprenden adecuadamente los fundamentos, mejor.
Y si no, habrá tiempo más adelante. Algunas cosas no cambiaron mucho desde entonces, está claro que yo sí. Como les conté en el inicio de la nota, comencé a trabajar con la formación de niños y niñas en 1998. Desde entonces lo hago ininterrumpidamente. Por vocación primero ,y porque mi club me lo ha permitido, por supuesto, después. Incluso he tenido la fortuna de poder seguir haciéndolo mientras dirigía el equipo de Primera División. Todo un premio y un desafío, estar en los 2 extremos de una historia con muchas estaciones en el medio de su recorrido.
El Minibasquet ha tenido a lo largo de estos 20 años diferentes estadíos, lineamientos y filosofía. Como todo en nuestro país, las políticas, en este caso podríamos llamarla, políticas de INICIACIÓN DEPORTIVA, corren detrás de 3 o 4 ideas muy buenas y de ejecuciones de esas ideas dispares, voluntaristas, aisladas, con matices y criterios disímiles. Mi etapa de iniciación deportiva como jugador estuvo marcada por verdaderos maestros, docentes, apasionados de la actividad. Me marcaron a fuego y sembraron en mí la misma pasión por el deporte que ellos tenían. Nombrarlos sería hacer foco sólo en mi persona porque esta realidad era trasladable a cualquiera de las instituciones de muchísimos lugares.
Iba a sus casas, teníamos tiempo para charlar o jugar tras el entrenamiento, se vinculaban con nuestras familias. Había tiempo para hacer turnos extras, compartir revistas y material. Había tiempo y se hacían tiempo.
LOS ENTRENADORES ERAN MÁS QUE LOS HORARIOS DE PRÁCTICA. Cuando comencé a trabajar, esto mismo seguía pasando desde una situación con similitudes y algunas diferencias. El mini estaba lleno de entrenadores jóvenes, con empuje, con hambre de aprender y pasión por enseñar. Una generación de Entrenadores que, al igual que los chicos, comenzó en el minibasquet pero que fue escalando hacia las categorías más grandes.
Señalo esto porque en la etapa anterior los maestros lo eran casi exclusivamente de las formativas. Los podías ver dirigiendo Primera, pero sólo ocasionalmente. Su vocación y carrera estaba ligada a la enseñanza. El panorama en la actualidad es bien diferente. Porque la concepción del Minibasquet como espacio, también lo es.
Y podríamos señalar esto no sólo haciendo un enfoque sobre el rol de los entrenadores en la actualidad, sino además en la importancia que le dan los clubes dentro de su política deportiva, el interés de los practicantes en tanto actividad vs otras actividades de la vida o en la calidad de trabajo semanal en relación con las horas de entrenamiento. Dejamos la introducción y nos metemos en el desarrollo. Preparo estas líneas con ánimo de diálogo (aunque sea imposible) más que en establecer verdades.
No podría hacerlo ni es el interés de esta columna. Lo primero que aprendí en este hermoso lugar que ocupo es que el fruto de mi trabajo NO VOY A PODER DISFRUTARLO como en otros espacios de este deporte. La satisfacción final del trabajo no se mide en títulos y, ni siquiera, en el producto final del cual nos desprendemos para que pase a categorías competitivas.
El premio y coronación de nuestra tarea está en el futuro. En uno muy lejano. En uno donde también intervinieron otras manos. Hay que ser generosos para entender que acompañamos una parte del proceso. Y que este debe continuar con otros. Y que, si por mil explosiones galácticas, eso que tuvimos niño se transforma en un jugador hecho y derecho, seremos su tercer o cuarto saludo de reconocimiento. Una mueca de sonrisa por recuerdo de esos años felices.
Porque, en definitiva, eso somos. Los que plantamos una semilla de un árbol que debe crecer fuerte, crecer hacia el futuro, crecer con nuestra mirada de acompañante, con otras ramas que lo ayuden y en cuya plenitud seremos un recuerdo.
Pero los mejores árboles son los que están bien plantados, con la semilla precisa. Muy a menudo he participado en charlas donde padres plantean las imposibilidades de sus hijos en el juego o con otros entrenadores que hablan de las bondades de sus equipos y/o jugadores. El minibasquet no es un fin en sí mismo. Es el inicio de un proceso que debe estimularse a diario, independientemente de la calidad de las camadas con las que nos toque trabajar.
Nuestro trabajo, objetivos y evaluación no debe depender del grupo que nos toque en suerte. Necesitamos adaptarnos y lograr jugadores felices, que disfruten de sus cuerpos, que tengan el back up necesario para desarrollar sus potencialidades, buenos comportamientos a la hora de entrenar y jugar, dominio de los fundamentos básicos y que amen el deporte.
Si nosotros entendemos el mini como un inicio del proceso de desarrollo, los chicos con sus familias también deberían entenderlo. Y disfrutar el viaje. Un viaje que no siempre será lineal, ascendente, pero que valdrá la pena recorrerlo El Minibasquet es practicado de múltiples maneras en nuestra geografía nacional. En algunos lugares en modo competencia, con situaciones en el juego tácticas bien definidas, defensivas y ofensivas. En otras regiones nuestro Mini es NO COMPETITIVO, recreativo.
No existen Tablas de Posiciones ni demasiados condicionamientos en el juego. Según se fundamenta, nuestros chicos no están preparados para el estrés de la competencia. No lo están en Santa Fe a las 11:15 horas cuando comienza su encuentro de Mini pero parece que sí pueden estarlo a las 12:30 horas cuando integran el equipo de u13. A esa hora, cual medianoche en Cenicienta, todo se transforma en calabaza.
Nuestros chicos pueden competir, y lo hacen, pero también los entrenadores. Y ni hablar los padres que antes tomaban mates en familias y charlaban con los otros padres, compañeros y del otro equipo. El ruido, clima y efervescencia de un partido de formativas es proporcional a la edad de la categoría. En u13 es ensordecedor y un psicólogo se haría una fiesta. En el final del proceso formativo, u19, hay que buscar espectadores con orden de un juez.
El salto del Mini al u13 es muchísimo más abrupto que el cambio de pelota o altura del tablero. Un partido en Mini tiene 2 o 3 reglas extremadamente básicas. En mi región se sancionan las faltas personales (sin límites), se pita cuando se va afuera el balón y no mucho más. Hay un acuerdo tácito entre los entrenadores sobre las participaciones de los jugadores (máximo 2 cuartos completos) pero esto no siempre se cumple. Un partido de u13 tiene más reglas que la NBA.
Defensas ilegales, doblajes si o no, reloj de posesión, tiro de 3 puntos, campo atrás, 5 faltas personales, faltas por equipos e infinidad de detalles reglamentarios más. A un niño que una hora antes no se le reclama ningún comportamiento específico en el juego, a la hora de la calabaza se le exige atacar o defender un pick´n roll, establecer o defender cortinas indirectas y desenvolverse en un sistema o set de juego. UN DESPROPÓSITO POR DONDE SE LO MIRE. SE ENSEÑA A JUGAR TARDE AL BALONCESTO .
Hablaremos a continuación de generalidades, de realidades globales y no de particularidades. De la concepción y ejecución general del Mini, destacando que siempre hay clubes, entrenadores y espacios donde se lo hace de un modo adecuado y para imitar. Aclarado este punto, necesariamente, profundizo. Si uno mira un encuentro de Mini, me toca hacerlo semanalmente, rápidamente puede advertir que:
• Es difícil encontrar jugadores que salgan naturalmente hacia ambos perfiles sin dificultad. Aún los mejores dribleadores sólo exploran salidas hacia sus manos hábiles • Si en el dribling es difícil de encontrar estos jugadores, en las definiciones lo es mucho más. En soledad y, con mucha distancia a favor, algún que otro jugador define con el perfil adecuado. En carrera y esquivando rivales, poquísimos. Poquitísimos
• Deficiencias elementales posturales, de apoyos y equilibrios
• Deficiencias de cualquier tipo a la hora de defender. Posturales básicas, de movimientos de pies, de posicionamiento de las manos, de concepción global. Una hora después le pediremos que lo haga bien, que maneje conceptos de ayuda + recuperaciones y que lo extienda por todo el terreno de modo presionante.
• Dificultades aeróbicas elementales para tolerar un deporte que tiene idas y vueltas permanentes, saltos y contactos. Frenos y arranques sostenidos. La esencia de nuestro deporte. Un cuarto es lo más parecido a la publicidad de Duracell, sólo los chicos que tienen el interés de competencia sostienen el ritmo en los 2 o 3 minutos finales. Los demás necesitarían un cambio de pilas • Muy pocas nociones del juego en tanto expresión colectiva. Exceso de dribles y decisiones de los jugadores destacados. Mala ocupación de espacios, sea en cancha abierta, sea en cuarto de cancha. Nulas reglas de participación general, con libre albedrío a antojo del jugador
• NO SE VEN JUGADORES JUGANDO 1 x 1. Creativos, inquietos, desafiantes. El básquet va a un futuro de generadores de ventajas pero claro, eso se aprenderá (?) más adelante
• Pocas situaciones que saquen a los niños de su confort. Necesitamos desafiarlos, generarles retos. El más alto nunca defenderá al más hábil del rival. Para qué? Me hacen el doble seguro. Nuestro chico más alto aprenderá a mover los pies a la velocidad de otro de tamaño similar. Y así cualquier situación sobre la que querramos enfocar TODAS (y hay mucho más) ESTAS SITUACIONES RETRASAN EL CAMINO DE DESARROLLO.
Lo despoja de los elementos de iniciación. OBLIGA A QUE DEBAN ATENDERSE MÁS ADELANTE. Y más adelante hay que compartirlo, según la filosofía argenta, con aprender a ganar. Se enseña a ganar porque es más rápido que enseñar a jugar. Y porque un poco también lo queremos los entrenadores. Y los clubes, claro. Y los padres ni hablar. ARGENTINA EMPIEZA TARDE A ENSEÑAR A JUGAR. Algo que el Método CABB ha venido a corregir. Era una urgencia y una necesidad.
Pero tenemos otro problema precedente del cual hay que ocuparse: el Minibasquet (entiendo que es un camino que la CABB comienza a transitar para ordenar) Cuando alguien piense en evaluar un trabajo, propio y ajeno, recomiendo en mirar el comportamiento de los jugadores 8 o 9 del equipo. De los que lo complementan, no de los que lo lideran. Siempre habrá niños con mayor desarrollo temprano, con años de iniciación que le permitan manejar más herramientas de juego. El índice de un buen trabajo lo dará comportamientos similares entre el niño protagonista y el no tanto.
Que sus posibilidades de ejecución sean diferentes no debe hacer que sus comportamientos también lo sean. Posturas, equilibrios, intenciones, ejecuciones. El Minibasquet transcurre en un combo de desidia estratégica institucional (clubes, asociaciones, federaciones), carencia de “profesionalismo”, ausencia de MAESTROS y falta de lineamientos convergentes. El Premini es 3 x 3 en espacios reducidos aquí, 5 vs 5 en cancha completa allá, se compite en aquel lugar y en otros, no.
Es el hermano menor de una familia muy numerosa con múltiples problemas. Se atienden los más urgentes y entonces el Mini crece como puede. Cae, intenta, tropieza, se aísla. Ya habrá tiempo de que tenga la debida atención pero eso será más adelante. Ahora vamos que vamos. Como podemos. De hecho es sencillo encontrar el argumento que jugadores de calidad siguen saliendo en el país y que los clubes pueden replicar el ciclo de categorías sin mayores problemas. En mayor o menor medida los clubes presentan sus grillas completas de categorías de competencia. Gracias al Mini. Sin la mirada en el Mini. Aún con la idea de maxificar recursos. Gastar lo menos posible aquí y que esos recursos de muchos practicantes nos ayuden a financiar allá.
El Mini no parece ser un problema ni la estrategia de desarrollo tampoco. La Argentina siempre tuvo talento en su Recurso Humano para salvar las deficiencias de planificación. Sólo el tiempo nos dirá si aquí teníamos un inconveniente a reparar o un modelo a mejorar nomás. Pero el tiempo, claro, nunca vuelve. Ni sobra
PD: Si la nota te representa algún tipo de interés (no si estás de acuerdo o no con los pobres argumentos) propongo que lo manifiestes de algún modo (redes sociales, la página, donde sea) así establecemos una 2da Parte. La verdaderamente interesante. Una que abarque el contenido de enseñanza en el minibasquet, acceso igualitario a la competencia y condiciones generales de la actividad (Masividad, frecuencia, espacios, políticas de desarrollo)